viernes, 26 de septiembre de 2008

Por una interpretación objetiva de la Historia

Alejandra Ortiz Chacón*

El propósito de este ensayo es reflexionar sobre la objetividad en la investigación histórica. El tema fue directa e indirectamente tratado durante el curso y buena parte de mis reflexiones giran en torno a la posibilidad de ser o no objetivos al hacer investigación. Los autores sobre los cuales se desprenden mis ideas son Marc Bloch, Michel de Certeau y Alfonso Mendiola y Guillermo Zermeño quienes desarrollan propuestas que incluyen un concepto sobre “objetividad” y una forma de practicarla en el ejercicio de construir la historia.[1]

La estructura de este ensayo, considera un primer apartado sobre qué es la objetividad en la investigación histórica, otra sección sobre cómo lograr esa objetividad según la propuesta de nuestros autores y un último apartado con consideraciones finales personales.

Y…¿qué es la objetividad?

Al pensar inicialmente sobre la tan aclamada objetividad, pueden venir a nuestra mente infinidad de prejuicios y definiciones adquiridas a partir de una enseñanza con aires positivistas. Sin embargo, cuando pienso este término desde la Historia, es necesario intentar comprender que hablamos de una idea del siglo XIX procedente de las ciencias naturales, la cual afirma que el científico puede anularse en el proceso de la investigación. Esto tiene numerosas consecuencias, pues el hecho histórico en sí, es visto como algo inmutable y las fuentes tan solo son evidencias del pasado, pero no se cuestiona al sujeto que ha dejado testimonio de ellas.[2] La objetividad es un ideal impuesto a la historia, con el afán de ponerla a la “altura” de las demás ciencias, pensando que una metodología y la aplicación de ciertas técnicas pueden eliminar la participación del sujeto.

La propuesta de los autores elegidos, define y redefine, de manera explícita o implícita su concepto de objetividad en la investigación histórica, sin negar que ésta sigue siendo un faro que alumbra la búsqueda de la verdad en el proceso, pero planteando bases reales sobre las cuales se pueda sostener, dentro de los marcos de la misma disciplina. El historiador lleva a cabo, a través de reglas, una transformación de elementos culturales y naturales en objetos de la historia. Quiera o no modifica su objeto de estudio, pues le trata según sus propias preguntas,[3] sin considerar aún que lo que él mismo obtiene se encuentra mediado por la observación de otro al cual le corresponderá comprender. Podemos señalar que la aplicación de método y técnicas le da el carácter de disciplina científica a la historia, no en sí la objetividad, pero siendo que permanece como un propósito, cabe preguntarnos: ¿Cómo se logra? ¿A qué se refiere la objetividad en la Historia en la actualidad? A estas preguntas responden nuestros autores.

Pensando la objetividad en la investigación histórica

Por un lado, Michel de Certeau plantea algunas ideas que me parecen esenciales, para él la objetividad ya no es un ideal en la historia, pero lo que busca es una identificación de la relación entre objeto-sujeto, para así hacer un ejercicio crítico. Afirma que es el lugar social del historiador y su reflexión acerca del mismo lo que permite una operación historiográfica más “objetiva” y es la atención en el sujeto lo que ocupa gran parte de su texto, de ahí surge la práctica histórica. “…el tener en cuenta el lugar donde se produce, permite al saber historiográfico escapar la inconsciencia de una clase que se desconocería a sí misma como clase en las relaciones de producción, y que por lo tanto, desconocería a la sociedad donde está insertada. El enlace de la historia con un lugar es la condición de posibilidad de un análisis de la sociedad”.[4] Aquí observamos otro elemento más de su propuesta: afirma que no hay posibilidad de entender a la sociedad sin comprender el lugar social, es decir, el espacio desde el cual se construye la historia.

Marc Bloch no plantea preguntas específicamente relacionadas con la objetividad, pero es evidente que su propuesta de la observación histórica y el método crítico giran en torno a superar limitaciones en la práctica histórica.[5] Las limitaciones van desde las evidencias mismas que constituyen nuestras fuentes, la forma en que las observamos y criticamos, hasta la realidad de que nos movemos en lo incierto y lo probable. Bloch sugiere un método, nos dice cómo obtener información de las fuentes, cómo convertirlas en un testimonio histórico, pero en ello reconoce también la participación del sujeto y no se detiene a defender lo contrario. El punto desde donde parte dibuja una idea de objetividad, donde no se anula al sujeto, sino que se le comprende y al mismo tiempo se interponen técnicas derivadas de la metodología para aproximarse a la realidad, que según nuestros ojos, se encuentra en constante cambio.

Por su parte, Mendiola y Zermeño, elaboran sobre las fuentes, sobre la posibilidad que nos permiten para acceder al pasado. Su propuesta refiere a una forma de analizarlas, donde el historiador hace una observación de la observación y requiere de mirar el pasado desde su propio horizonte, intentando comprender el horizonte de aquellos que dejaron testimonio. Más en relación con la objetividad, conciben preguntarse de qué forma se construye el objeto mismo de la historia, si todo lo que nos llega son mediaciones y somos nosotros quienes lo construimos a través del presente. En este sentido, tanto el pasado, como la historia son realidades dinámicas, y dependen del sujeto, entonces ¿Dónde queda la objetividad? Estos historiadores proponen un trabajo de doble análisis donde se considera el contexto de las observaciones testimoniales y otro del propio, donde es el “futuro” (o la expectativa del mismo) lo que dicta las preguntas y el interés sobre el pasado. Citando a los autores: “…la historia es una representación o refiguración instrumentada por alguien en el tiempo y el espacio. La objetividad funciona, en este sentido, sólo como una idea regulativa”.[6]

Consideraciones finales

A través del análisis de los autores y sus ideas sobre la objetividad, mi propia concepción del tema se transformó. Si bien la atención sobre el “ser objetivos” en la ciencia sigue siendo fundamental, las ideas sobre el concepto han sido sustituidas y en la historia la preocupación lleva otra línea. El debate no es sobre la eliminación del sujeto (tarea imposible) sino de cómo lo incorporamos en la operación historiográfica, al modo de Certeau. Si bien la metodología y las técnicas serán la ruta y las herramientas para llevar a cabo la investigación con una normativa que no permita la consciente inclinación del investigador por interpretar los datos según conveniencia, cabe mencionar que la misma pregunta de la que partimos tiñe nuestro acercamiento al objeto. Y este objeto de estudio, es al mismo momento, según Mendiola y Zermeño, una construcción del presente a partir de nuestra observación al pasado. Por lo tanto, una interpretación objetiva de la historia, o al menos un intento, significa de manera articulada y sencilla: la utilización de una metodología y técnicas, la reflexividad sobre el lugar social desde donde se realiza la investigación como producto social y una comprensión de que el objeto de estudio y el sujeto que lo observa en el primer y segundo orden, requieren de una interpretación en su propio marco histórico. Tarea desafiante.



Notas

* Licenciatura en Historia, sexto semestre, Taller de Investigación Histórica, Tijuana, Baja California, 26 de mayo, 2008.

[1]
Marc Bloch, Introducción a la Historia (México: FCE, 2000); Michel De Certeau, La escritura de la historia (México: Departamento de Historia-Universidad Iberoamericana, 1993); Alfonso Mendiola y Guillermo Zermeño, “Hacia una metodología del discurso histórico”, Técnicas de investigación en sociedad, cultura y comunicación (México: Parson, Addison Wesley Longman, 1998).
[2]
Ibid.
[3]
De Certeau, La escritura de la historia, 84-85.
[4]
Ibid., 81.
[5]
Bloch, Introducción a la historia.
[6]
Mendiola, Alfonso y Guillermo Zermeño. “Hacia una metodología...”, 192; José María Muriá, “Historia: de la objetividad científica a la subjetividad literaria”, Casa del Tiempo 38 (dic-ene 2005): 23-26. http://www.uam.mx/difusion/casadeltiempo/83_dic_ene_2005/casa_del_tiempo_num83_23_26.pdf (acceso 3 de junio, 2008).

1 comentario:

Estudiantes y egresados de la lic. en Historia-UABC-UACJ dijo...

Creo que la objetividad es algo muy difícil de lograr. Uno, como historiador o historiadora está siendo subjetivo desde el momento en que uno elige un tema de estudio. Pienso que se puede uno ajustar al método científico y así lograr la cientificidad de un trabajo, pero difícilmente se logra al cien por ciento la objetividad. Atte. Karina.