lunes, 15 de septiembre de 2008

HISTORIADOR E HISTORIA

Abdiel Espinoza González*


Introducción

Este ensayo tiene como objetivo exponer mis ideas acerca del papel que el historiador tiene en el proceso de investigación, porque pienso que en la medida que él se vuelve parte activa y consciente en la construcción del conocimiento histórico las metodologías, el tipo y trato de las fuentes se hacen más complejas, en un intento por tratar con la subjetividad del mismo historiador.

En mi caso, las ideas expuestas aquí estarán basadas en lo que recojo de autores como Marc Bloch, Michael de Certeau, Guillermo Zermeño y Alonso Mendiola,[1] por considerar que en sus análisis ponen de manifiesto la importancia del historiador como pieza clave en la investigación histórica, lo cual es de sumo interés en este ensayo. El trabajo está dividido en dos partes, en la primera abordaré un poco acerca de cómo se ha dado la construcción del conocimiento histórico y en el segundo trataré el problema de las fuentes.

La construcción del conocimiento histórico

El pasado en si mismo no puede ser objeto de estudio, porque es algo que no existe, en cambio, a lo que sí podemos aspirar es al conocimiento de los hombres que vivieron en determinado tiempo pasado. ¿Cómo se logra eso? Por medio de huellas que ellos mismo fueron dejaron a su paso por el tiempo, y que sobreviven materialmente como documentos u objetos hasta nuestros días. Sólo así tiene sentido lo que dice Marc Bloch al referir que el conocimiento histórico es un conocimiento indirecto y en constante progreso.[2] En otras palabras, accedemos al pasado por medio de huellas. Pero lo interesante radica en la idea de un conocimiento histórico que esta en progreso, o lo que equivale a decir: el pasado no cambia, sino el conocimiento que tenemos acerca de él.

¿A qué se refería Bloch cuando pensaba en un progreso del conocimiento histórico, si el pasado no cambia? Suponiendo que para que este tipo de conocimiento se de, es indispensable considerar dos cosas, número uno: la existencia, por un lado, de los hombres en el tiempo y por el otro del historiador; y número dos: las características de ambos, en el caso de los hombres en el tiempo, hemos llegado al acuerdo de que el pasado no pueden modificarse. Por lo tanto, es hasta cierto punto lógico aceptar que cuando el autor menciona un progreso en el conocimiento histórico, se estaba refiriendo al cambio que ocurre en el historiador y en el contexto en donde él está inmerso.

Lo anterior obliga otra pregunta, ¿por qué cambia el historiador? La respuesta bien podría ser esta: porque su contexto lo hace también. De ahí que Michael de Certeau conciba el quehacer del historiador como un ejercicio, o como él lo llama, una operación historiográfica, en donde el lugar social (entiéndase contexto social, político, económico y cultural, desde donde se realiza el discurso, palabas más, palabras menos, el contexto donde el historiador está realizando su investigación), relacionado con prácticas científicas (llámese operaciones o métodos usados por el historiador que están en función del lugar social) y una escritura ( o producto, que mantiene una relación con el lugar social),[3] conforman el trabajo por medio del cual se obtiene determinado conocimiento histórico.

De esta forma quiero poner en perspectiva la responsabilidad que recae sobre ese sujeto llamado historiador en la construcción del conocimiento histórico. Partiendo de la base de que la historia es el estudio de la relación entre el pasado y el presente,[4] y el historiador el moderador en este diálogo perpetuo. Entonces, ¿de qué manera la percepción del pasado está condicionada por el historiador, en cuanto éste cobra parte activa y consciente en la investigación?[5] Es ahí donde radica el punto central, en dejar las falsas ideas que consideran nulo el papel del historiador en el proceso de investigación y la aceptación de que éste participa en ella de gran manera y de diversas maneras.

El problema de las fuentes

Un ejemplo de la participación activa y consciente del historiador está en el problema de las fuentes, dónde se ha venido dando de forma paulatina un progreso desde la mera búsqueda y trascripción de documentos, hasta la apertura a todo tipo de fuentes como las visuales y a la formulación de técnicas especializadas para su tratamiento. ¿Pero qué es una fuente? De acuerdo con Bloch, la fuente o los testimonios, es todo aquello que ha tenido contacto con el hombre y puede decirnos algo acerca de él, de manera voluntaria e involuntaria.[6]
¿A qué grado la participación activa del historiador se muestra evidente en el análisis de las fuentes? De manera rápida puedo citar a dos formas, primero considero el método crítico de Bloch, como un primer intento de cuestionar a las fuentes, sometiéndolas a una serie de preguntas planteadas por el historiador en base a su problema de investigación. De esta manera ya se puede ver de manera más explicita el papel del historiador en la investigación. El segundo ejemplo es el que presente Zermeño y Mendiolea, que considera las deben de ser consideradas para su análisis desde tres plano: dentro de un sistema de comunicación, un lugar social donde se emite y las formas de recepción del mismo.[7]

Reflexión final

El historiador debería participar de una forma más profunda en la construcción del conocimiento histórico, ¿Cómo? Realizando un análisis mayor al considerar dentro de su trabajo el estudio del propio historiador, en esa medida podrá descubrir las influencias o determinaciones que el contexto impuso al historiador. La historia, esa relación entre pasado y presente, no podría darse sin ese sujeto llamado historiador, quien la interpreta. El historiador, quien interpreta esa misma relación aporta, en su trabajo, su propia visión del presente.

¿Cuál considero que es el mayor reto este sujeto llamado historiador? El equilibrio, mantener en su proceso de construcción del conocimiento histórico un sano equilibrio entre la ineficiente y aburrida labor de transcriptor y la peligrosa posición de relativizar a tal punto las interpretaciones que termina cuestionando la oportunidad del propio conocimiento histórico. En fin, sigamos nadando en el mar de la subjetividad.



Notas

* Licenciatura en Historia, sexto semestre, Taller de Investigación Histórica. Tijuana, Baja California, 30 de mayo de 2008.
[1] Marc Bloch, Introducción a la Historia (México: FCE, 2000); Michael De Certeau, La escritura de la historia (México: Departamento de Historia-Universidad Iberoamericana, 1993); Alfonso Mendiolea y Guillermo Zermeño, “Hacia una metodología del discurso histórico”, en Técnicas de investigación en sociedad, cultura y comunicación (México: Parson, Addison Wesley Longman, 1998).
[2]Bloch, Introducción a la historia, 61.
[3]De Certeau, La escritura de la historia, 68.
[4]Ibid.
[5] Cuando hago referencia a una participación del historiador activa y consciente quiero decir que el historiador cobra sentido de su propia participación en la investigación, en la medida que se pregunta cómo su contexto y su propia historia lo van conduciendo a la formulación de determinadas preguntas y selección de cierto tipo de fuentes y técnicas para tratarlas.
[6] Bloch, Introducción a la historia, 58.
[7] Mendiolea Zermeño, “Hacia una metodología…”, 203.

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