martes, 9 de diciembre de 2008

La posibilidad de escribir historia

Abdiel Espinoza González*

Introducción

La relación entre historia y literatura es un debate entre los historiadores que merece la pena considerarlo con el mismo grado de importancia que otros. El solo término de literatura evoca un pasado no científico para la disciplina. Es en torno a este punto, la relación entre historia y novela donde se ubicarán estas reflexiones. Para ello, tomaré de las ideas expuestas por autores como Micheal De Certeau, Roger Chaertier, Avital H. Bloch, Marcel Detienne y Fernando Del Paso[1].

En un primer apartado elaboraré un pequeño esbozo de la relación entre el historiador y la novela, en donde haré especial énfasis en dos aspectos principales: el primero serán los cambios en el tipo de narración que el historiador ha usado para escribir la historia y el segundo trataré la posibilidad de la novela como fuente para la investigación histórica. En un segundo momento presentaré una reflexión en torno a la posibilidad de construir una nueva interpretación del pasado por medio de la novela, con la fin de construir una historia todavía más humana, con un lenguaje menos estéril, que pueda tener la oportunidad de llegar a un público más amplio.

El historiador y la novela

En sus inicios, la historia era el relato, oral o escrito, de los acontecimientos ocurridos en el pasado donde los dioses intervenían en el curso de la vida del hombre. Por medio de ella comprendían su realidad, resolvían sus dudas y daban orden a su existencia en el tiempo. Posteriormente, la historia como herramienta para la construcción de identidades fue indispensable para la formación de los Estados-Nación europeos en el siglo XIX. Por medio de estos dos ejemplos, es posible ver a una historia militante, en cuanto recurso para la acción, en donde el historiador escribía con un fin específico, para un público en el que deseaba influir para que reaccionara de una forma determinada, por lo tanto, esa reacción esperada le demandaba poner atención especial a la forma en la que narraba la historia.

“La voces encantadoras de la narración transforman, desplazan y regulan el espacio social. Ejercen un poder inmenso, pero un poder que escapa al control ya que se presenta como la verdadera representación de lo que sucede o de lo que sucedió […] bajo el nombre de ciencia, también arma y moviliza clientelas. Por ello, frecuentemente más lúcidos que los mismos historiadores, los poderes políticos o económicos están siempre esforzándose por tenerla a su lado, por halagarla, por pagarla, por orientarla, por controlarla o por domesticarla[2]

Con el desarrollo e institucionalización de las ciencias en la Europa del siglo XIX, iniciaron los trabajos de los historiadores por convertir a la historia también en ciencia, por lo que pretendieron despojarla de sus relaciones con la literatura y dotarla en cambio de marcos teóricos y metodologías pertenecientes a las ciencias sociales en boga, de esa forma, la historia adquirió aparentemente un grado de cientificidad y un lugar en el terreno de la ciencia. Esa tendencia se mantuvo en el siglo XX, la Escuela de los Annales y su “nueva historia”, influyó en cambio del objeto de estudio, ya no serían los grandes hombres, sino las estructuras o las mentalidades; en la forma de escribir, se olvidaron las narraciones y aparecieron historias con un lenguaje técnico, con cuadros y gráficas que la volvían más crítica y científica. Se daban pasos hacía una historia científica, sin embargo, esa idea no era compartida del todo por considerar que esa nueva historia abandonaba la tradición humanista de la narrativa “El desencanto de muchos estudiosos ante las limitaciones impuestas por los métodos de las ciencias sociales trajo consigo una re-evaluación positiva de la teoría narrativa, al buscar caminos para escapar al enfoque de las “ciencias sociales”.”[3]

Sin embargo, a finales de 1980, cuando buena parte de los historiadores consideraban a las ciencias sociales en un estado de “crisis” y con ello los postulados adoptados de ellas para la historia, decidieron desplazar sus objetos de estudio y uso de fuentes para tratarlo, lo que repercutió en un cambio en sus paradigmas y acercamientos con otras disciplinas como la crítica literaria.[4] En ese nuevo cambio, la historia optó por estudiar la cultura, las tradiciones, las mentalidades, las identidades, los tiros, las creencias y representaciones. Por lo que el uso de las fuentes tradicionales para la historia ya no ayudaba a resolver los nuevos problemas. Gracias al esfuerzo intelectual y la gran capacidad de adaptación de los historiadores, la historia comenzó a tomar como objeto al libro al mismo tiempo que iniciaba trabajos para considerar a la novela como fuente para sus investigaciones, por ser una representación de una realidad pasada inmersa en un contexto especifico. En este punto la novela resulta de interés para la historia en la medida que le permite construir las representaciones que un autor desde un sitio en particular hacia de su realidad y cómo ésta era apropiada por sus lectores en los diferentes estratos de la sociedad.

La posibilidad de una nueva interpretación del pasado

Michael De Certeau se encargó de terminar por destruir el paradigma científico de la historia al historizar a la propia historiografía y descubrir la misma búsqueda de verosimilitud que existe en la novela en el relato histórico, sólo que de otra forma, si la novela se sostiene en la descripción de espacio y personajes, el relato histórico lo hace en las fuentes reales que de la realidad obtiene y presenta para cerciorarse, primeramente así mismo y después al lector, que lo que informa es verdadero.[5] Asimismo pone en evidencia a la institución desde donde el historiador escribe, por lo tanto, lo coloca dentro de un contexto de relaciones de poder en el cual los productos, llamase relatos históricos, tienen una intención de provocar una reacción especifica en el lector.[6]

El historiador una vez dejado a un lado sus pretensiones de científico, está frente al reto de entender su oficio en este momento en el que la historia ya no es del todo aquella científica de los últimos dos siglos, asimismo tiene que sortear el peligro de no reducir la realidad y el conocimiento del pasado a la existencia dentro de un texto en donde encuentra validez en sí misma independientemente de la realidad material de la que habla, pertenece y desde donde fue producida. Los textos se consideran, según Chartier, “desde una lectura cultural que nos recuerda que las formas que adquieren para leerse, escucharse o verse, participan, ellas también, en la construcción de su significado.”[7]

Una vez más, los claroscuros nos obligan a caminar con detenimiento, a cuidar nuestros relatos y las interpretaciones que hacemos del pasado en ellos, así como a situar nuestros relatos en una compleja red de intereses que posibilitan su publicación o no. Una vez conscientes de estos dos puntos, una buena pregunta que se antoja es: ¿Cómo puede hacer uso de la novela el historiador en su investigación y cómo ésta le puede ayudar a producir nuevas interpretaciones que tengan la posibilidad de hacerse de un público de lectores mayor y que trasciende el ámbito académico?

Reflexiones finales

El historiador hace uso de la narrativa y la descripción, como el novelista, para hilar y darle orden a su relato y poder conducir al lector por entre sus ideas y reflexiones. Una historia bien contada permitirá tener un grupo de lectores más amplios y no sólo los que quedan dentro del círculo académico. El historiador como producto histórico está inmerso en un presente al que pretende dotar de sentido con respecto a su pasado. Los problemas y objetos de estudio que el historiador aborda responden a necesidades del propio presentes.

La relación historia-novela no plantea una historia que exista solo en lo escrito sin ninguna relación directa con el mundo material que informa, por el contrario, permite una articulación entre la narrativa y la investigación, en la medida que narrativa ordena da los recursos para comunicar los resultados de la investigación. Un nuevo reto más para el historiador de esta relación sacada a la luz es la obligación que tienen de volver a hablar el mismo lenguaje de la sociedad, a donde se debe buscar que el producto de nuestras investigaciones pueda llegar y no sólo quedarse en el tintero o en el aplauso de los miembros de la institución que con su aceptación satisface y detiene las posibilidades de hacerse escuchar.

Por último quiero aclarar que en ningún momento estoy proponiendo la idea de que los historiadores deberían de volcarse a escribir novela histórica con la finalidad de conseguir un público mayor de lectores. Si no que trato de poner en la mesa de la discusión nuestro propio trabajo y poner énfasis en la distancia que separan a nuestros textos de los lectores no académicos y la carrera que han iniciado desde la literatura los novelistas por escribir novelas históricas que llegan a un público más amplio presentando interpretaciones históricas que en el peor de los casos no descansan en un trabajo de investigación. Por lo tanto, presento, a manera de sugerencia, una nueva adaptación al contexto, una apropiación de la narrativa en la historia que la vuelva más humana y nos permita ser leídos por la sociedad, en la medida que lo logremos tendremos la oportunidad de que los resultados de nuestras investigaciones sean útiles y apropiados por la sociedad.




* Licenciatura en Historia, séptimo semestre, Seminario de Historia Cultural. Tijuana, Baja California, 2 de diciembre de 2008.

[1] Michael De Certeau, Historia y Psicoanálisis. Entre ciencia y ficción (México: Universidad Iberoamericana, 2003); Michael De Certeau, Historia y literatura. Historia y Psicoanálisis. Entre ciencia y ficción (México: Universidad Iberoamericana, 2003); Roger Chartier, El mundo como representación (Barcelona: Gedisa, 1999); Roger Chartier, El presente del pasado. Escritura de la historia, historia de lo escrito (México: Universidad Iberoamericana, 2005); Avital H. Bloch, Política, pensamiento e historiografía en Estados Unidos contemporáneos (México: Universidad de Colima, 2005); Fernando Del Paso, Noticias del imperio (México: Punto de lectura,2008).

[2] Michael De Certeau, Historia y Psicoanálisis, 59.

[3] Avital H. Bloch, Política, pensamiento e historiografía, 87.

[4] Roger Chartier, El mundo como representación, 46 – 47.

[5] Michael De Certeau, Historia y Psicoanálisis, 54.

[6] Ibid, 55.

[7] Roger Chartier, El presente del pasado, 26.

jueves, 27 de noviembre de 2008

BECAS de la SEP

Estimados colegas:
Les enviamos la convocatoria a diversas becas que ofrece la SEP, el día 30 de noviembre se cierra la Convocatoria, envíen esta información a sus alumnos.

LA SEP LANZÓ UN PROGRAMA DE BECAS PARA LA EDUCACIÒN SUPERIOR otorgando de 7,500 a 9,000 pesos (pago en una sola exhibicion a finales de este año). El programa ha tenido difusiòn en distintos medios, pero por alguna extraña razón no ha tenido respuesta por parte de la poblaciòn. El programa cuenta con un presupuesto de 446 MILLONES DE PESOS lo que significa que se otorgaran 55 MIL BECAS!

La fecha de cierre en la convocatoria es el 30 de noviembre. Hasta el día de hoy tan solo se han hecho 15 mil solicitudes (menos del 50%). De no ser entregadas todas las becas se corre el riesgo de que se reduzca el presupusto para el próximo año.

Son 5 modalidades de becas: Excelencia: para estudiantes que egresaron con 10 de promedio de la prepa y que actualmente estàn en la universidad. (7,500 pesos) http://www.fonatur.gob.mx/gobierno/Sec_Gob/CURP/CurpPS_HTML/jsp/curpTDP.html

Titulación: estudiantes que hayan aprobado las asignaturas de la licenciatura o técnicosuperior universitario para que puedan ELABORAR su tesis, tesina ocualquier método para titularse. (9,000 pesos).
http://ses2.sep.gob.mx/pronabes/conv0809/becanetsup/ssyt.pdf

Servicio social: para estudiantes que cursen los últimos dos semestres de una carrera y que se encuentren realizando el servicio social. (9,000 pesos). http://ses2.sep.gob.mx/pronabes/conv0809/becanetsup/ssyt.pdf

Vinculación: a quienes estén cursando los últimos dos semestres de su licenciatura y busquen participar en algún programa de vinculación con el sector productivo que haya en su universidad. (9,000).
http://ses2.sep.gob.mx/pronabes/conv0809/becanetsup/vinc.pdf

Superación profesional: egresados de las escuelas normales públicas del País que acreditaron el Examen General de Ingreso al Servicio Docente y no obtuvieron una plaza.(7,500 pesos).

http://ses2.sep.gob.mx/pronabes/conv0809/becanetsup/norm.pdf

¿CÓMO HACERLE?

1. ENTRAR A ESTA PÁGINA Y SELECCIONAR LAMODALIDAD DE SU INTERES. (si tarda en cargar no se desesperen..) http://becanetsuperior.sep.gob.mx/

En està pàgina podrán checar los detalles y ahí mismo hacen el trámite....antes de iniciar el tràmite TENGAN ESCANEADOS LOS DOCUMENTOS !!! Dependiendo de la modalidad elegida adjuntan los documentos (en formato JPG y no mayor a 585 kb) requeridos a solicitud: (en el cuadro de abajo vienen específicamente los documentos para cada una de las becas)

1 Constancia emitida por la escuela donde acredite ser alumno regular y contar con el promedio requerido.
2 Oficio de aceptación para realizar el servicio social.
3 Oficio de aceptación del método de titulación.
4 Comprobante de haber acreditado el examen de ingreso al servicio docente.
5 Constancia emitida por la escuela donde acredite estar inscrito en algún programa de vinculación acorde con el area de conocimiento.
6 CURP (les anexo la pàg por si no tienen su curp....http://www.fonatur.gob.mx/gobierno/Sec_Gob/CURP/CurpPS_HTML/jsp/curpTDP.html

............Cortesía de Colegio de Etnólogos y Antropólogos Sociales AC (CEAS)México.WEB: http://ceas.org.mx/http://ceasmexico.wordpress.com/

martes, 18 de noviembre de 2008

Cátedra Friedrich Katz, edición 2008

Universidad Autónoma de Ciudad Juárez
Instituto de Ciencias Sociales y Administración
Departamento de Humanidades
Licenciatura en Historia y Cuerpo Académico de estudios históricos No. 36
Invitan a la sesión 2008 de la

Cátedra Internacional de Historia latinoamericana Friedrich Katz

Africanos, esclavos, negros y mulatos en América y el Caribe. Historia de una población sin Historia.
A cargo del Dr. Juan Manuel de la Serna Herrera del
Centro de Investigaciones sobre América Latina y el Caribe
UNAM

Del 19 al 21 de Noviembre de 2008
De 9:00 a 13:00 horas
Laboratorio de Humanidades, edificio T, planta baja

Informes al 6 88 38 97 extensiones 3998, 3999
darceo@uacj.mx;
jochavez@uacj.mx
maacosta@uacj.mx

lunes, 3 de noviembre de 2008

Hacia una historia de la historia cultural

Definir qué se entiende por historia cultural es una labor a la que algunos historiadores se han dedicado, este es el intento de uno de ellos, Roger Chartier, quien explora esa definición a partir de postulados previos con los cuales no está completamente de acuerdo y que le permiten iniciar una serie de planteamientos y reflexiones en un intento de llegar a un acuerdo para esta definición tenga sentido.[1]

Chartier da principio a este capitulo tratando de entender a la historia cultural a partir de los planteamientos de Lynn Hunt, quien publicó una serie de ensayos compilados bajo el nombre de Nueva historia cultural en 1989. Después de su lectura encontró tres características en todos esos trabajos: en primer lugar, centran su atención en intentar comprender las relaciones entre los símbolos y el mundo material; en segundo lugar, los historiadores han volteado a ver a la antropología y literatura, lo que ha llevado a intentar comprender el significado simbólico de las conductas; en tercer y último lugar, reflexionan en torno a la manera de construir las narraciones y el análisis histórico.[2] Tal parece, según opina Chartier, lo que Hunt llama la nueva historia cultural es, una especie de costal donde caben todo tipo de planteamientos de corrientes distintas como la historia de las mentalidades, identificada con la escuela de los Annales, la microhistoria italiana y la historia estadounidense de influencias antropológicas.

Sin embargo, la nueva historia cultural, o al menos la nueva, es de un tiempo más próximo, apenas de 1989, según Hunt, pero antes qué podemos ubicar como historia cultural. La respuesta parece estar en las investigaciones de los historiadores franceses de la escuela de los Annales: la historia de las mentalidades, una historia centrada en la mentalidad colectiva, enfrentada a la intelectual que se elabora de manera consciente, una historia vinculada con la economía, por lo tanto serial y estadística, una historia que borra las diferencias entre clases pero establece categorías intelectuales.

Esta historia de las mentalidades, propuesta por los miembros de la tercera generación de Annales, entre los que se encuentra Jacques Le Golf y el propio Chartier, tuvo la peculiaridad de lograr un equilibrio entre la historia y las ciencias sociales, al apropiarse de métodos de análisis y desplazarse en los temas de investigación. Sin embargo, despertó varias críticas que en su mayoría estaban dirigidas a combatir la idea globalizante de la mentalidad como un ente homogéneo, Carlo Ginzburg, criticó, en una especie de autodefensa de Menocchio, el monopolio de las mentalidades que dejaba fuera cualquier forma de pensamiento consciente independiente y que olvidaba las singularidades, por su parte, Geoffrey Lloyd atacó el conjunto monolítico de ideas y creencias que se le asignaba a una misma sociedad y la regulación de todos los individuos a una misma estructura mental. Fue Lloyd quien propuso sustituir a las mentalidades por estilos de racionalidad, que dependían del contexto de discurso y registro de experiencias. En suma, las críticas se oponían a una reducción de la pluralidad en las formas de pensar.

Presentados de manera general los postulados de la historia de las mentalidades, sus críticas y lo que éstas provocaron: una exigencia hacía el uso individual, es decir, a centrarse en las modalidades especificas de apropiación cultural, y entender las representaciones que del mundo se hacen como diferencias que existen y caracterizan a la sociedad, es decir, dejar a un lado la idea que las mentalidades borraba cualquier división de la sociedad y que suponía que dos clases o grupo sociales, antagónicos, tenían una misma forma de pensar enmarcada en una sola estructura mental. Ese cambio es, tal parece lo que Hunt llamó nueva historia cultural en 1989.

A pesar de las contribuciones a la historia de las mentalidades, la propuesta de 1989 sobre historia cultural tampoco es lo suficiente, ya que cuenta con algunas lagunas, de tal manera que Chartier se pregunta: ¿Cómo apreciar las aportaciones de la historia cultural en su nueva definición? Y entonces, al igual que Burke en su propio intento por definirla desde otro ángulo, se enfrenta a la problemática de definir en primer lugar a la historia cultural. Una primera complicación que tenemos que resolver para comprender de manera más precisa a esta historia es la delimitación de su campo de estudio, ¿Qué entra en esta historia y que no y porqué? O en palabras del propio Chartier:

“¿Se debe, por tanto, cambiar de perspectiva y considerar que toda historia, cualquiera que sea, económica o social, demográfica o política, es cultural, yeso en la medida en que todos los gestos, todas las conductas, todos los fenómenos objetivamente mensurables son siempre el resultado de las significaciones que los individuos atribuyen a las cosas, a las palabras y a las acciones?”.[3]

El gran riesgo, según esta pregunta es que “todo” sea historia cultural, que esta historia se convierta en una definición globalizante que la identifique con la misma historia y termine por disolverla.

La segunda problemática se refiere al apellido de esta nueva historia, la cultura, ¿Qué se entiende por cultura? Llegar a un consenso en su definición dejará muchas cosas en claro y permitirá estar de acuerdo a los investigadores. En torno a las definiciones, se pueden encontrar dos opciones de cultura, aquella que entiende como cultura:

“[…] la que designa las obras y los gestos que, en una sociedad dada, se sustraen a las urgencias de lo cotidiano y se someten a un juicio estético o intelectual, y la que considera las prácticas ordinarias a través de las cuales una comunidad, cualquiera que sea, vive y refleja su relación con el mundo, con los otros y con ella misma.”[4]

A pesar los problemas evidentes que provoca la historia cultural en su definición y en sus diferentes herencias y tradiciones, Chartier se encuentra cuestiones comunes entre enfoques diversos, a su parecer, la primera de ellas es que la historia cultural, o los trabajos identificados como tales, tienen en común referirse a la articulación de obras singulares y representaciones comunes, es decir, la forma o el proceso por el cual una obra es apropiada por un receptor y cobra sentido.

En este punto, donde se pone, especial interés en la relación lector-texto, y que se separa de interpretaciones estructuralistas o semióticas que otorgan el significado de la obra de acuerdo al lenguaje -es decir, un texto adquiere significado en si mismo, en relación al lenguaje sin la necesidad de establecer una relación con el mundo material-, y opta por una sociología de los textos, que considera la materialidad del texto, su historia y la historicidad del lector como factores que determinan la apropiación o rechazo.[5]

Una segunda cuestión que comparten los trabajos de historia cultural es la forma en que conciben la relación entre cultura popular y cultura sabia, y es en este punto donde se encuentra otro “nudo” o problemática de la historia cultural o historiadores culturales. Por un lado, están los que opinan que la cultura popular es un ente simbólico coherente con lógica ajena a la cultura sabia, y por el otro, se encuentran los que opinan, desde una perspectiva con influencias marxista, que la cultura popular se comprende a partir de las dependencias y relaciones con la cultura de los dominantes. Dice al respecto Chartier: “Por un lado, entonces, la cultura popular es considerada autónoma, independiente, cerrada sobre ella misma; por el otro, se define totalmente por su distancia frente a la legitimidad cultural.”[6]

En todo caso, la atención, según Chartier, no debe centrarse en definir lo popular y lo sabio, o sus límites, puesto que cohabitan en un mismo espacio y tiempo en donde no existen independientemente la una de la otra sino que mantienen determinadas relaciones que van cambiando con el paso del tiempo y es ahí, o debería ser ahí donde el historiador plantearía preguntas dedicadas a comprender cómo estás dos culturas se entrelazan, cómo los dominados se apropian de la cultura dominante.

La tercera y última cuestión es la referente a la articulación entre las prácticas y los discursos, es decir, a las condiciones de posibilidad o capacidad de inventiva de los actores sociales con respecto de los marcos de dominación que sólo permiten pensar, decir y hacer algunas cosas. De esa manera, la historia cultural ha contribuido a la historia política para tratar las relaciones de poder, y a la historia social para considerar la aceptación o rechazo de parte de los dominados de las representaciones que perpetuán su situación de subordinados.

A manera de reflexión final, la historia cultural propone otra lectura de los hechos en una dimensión más individual, propone que el historiador considere cuestiones como apropiación, representaciones, significaciones y símbolos de los acontecimientos como expresiones de la cultura, así como los cambios, apropiaciones o tensiones entre culturas y la forma en que se reflejan en el mundo material. Lo que esta capitulo presente bien pude estar encuadrado en una historia de la historia cultura, ya que rastrea los inicios y los cambios que ésta ha tenido, sus criticas, sus problemáticas y debates más actuales. La historia cultural lo que plantea es la pluralidad de las ideas y de apropiación de una cultura, incluso cuestiona la existencia de una sola cultura global en donde todos los individuos estén inmersos de manera pacifica, siempre pasivos. En cambio, tiene los grandes problemas de estar dentro de un contexto posmoderno donde muchas cosas se relativizan pero hay una necesidad de entender y comprender el presente, interpretando el pasado desde otro ángulo.


[1] Roger Chartier, “La nueva historia cultural” en El presente del pasado. Escritura de la historia, historia de lo escrito”, (México: Universidad Iberoamericana, 2005).
[2] Ibid., 13-14.
[3] Ibid., 22.
[4] Ibid., 22.
[5] Ibid., 28.
[6] Ibid., 30.

lunes, 13 de octubre de 2008

Navajas: título de nuestra exhibición.

Una lectura a partir de la exposición del trabajo de Rosa María Robles en la Sala de Arte de la UABC en Tijuana*

Miriam García

Si la historia contemporánea, esa que entiendo hacemos nosotros, fuera un libro, Navajas pudiera ser con acierto el título de uno de sus capítulos más dramáticos, pero no oscuros, por que la historia, incluso ésta, tan inmediata para los habitantes de Tijuana, “se hace de día y con el sol en la cara”, como señaló alguna vez Bertold Brech. Con esto quiero decir que la violencia que ha generado la cultura del narcotráfico en nuestras ciudades no ha sido silenciosa, no creció a nuestras espaldas, ni ha cobrado vida sólo de noche: viene sucediendo desde hace años a la luz de todos. Ha ido ganando lentamente un espacio en nuestra vida cotidiana al paso de un proceso desinstitucionalización de normas y expectativas.

La exposición Navajas de Rosa María Robles llega a la Sala de Arte de la UABC en Tijuana justo cuando la violencia ha dejado de ser una imagen televisiva, una ficción que formaba parte en otro tiempo de mundos lejanos, de otros y otras en latitudes distantes.

continúa aquí

PROXIMO REGIONAL EN TIJUANA




















jueves, 9 de octubre de 2008

Presencia de dos de los intelectuales mexicanos de mayor reconocimiento, en la Universidad Autónoma de Cd. Juárez.

Hoy jueves a las 18:00 horas en la planta alta de la Biblioteca Central estará José Emilio Pacheco como parte del programa binacional de fomento a la lectura The big read / La gran lectura. Dicho programa incluye una serie de lecturas y presentaciones del libro Sol, piedra y sombras, 20 cuentistas mexicanos de la primera mitad del siglo XX, editado por el Fondo de Cultura Económica y donde se incluye al Mtro. Pacheco.

El próximo lunes 13, a las 12:00 horas, en la sala Armando B. Chávez, el historiador mexicano Enrique Semo sostendrá una conversación con académicos y estudiantes.

Esperamos verlos por ahí.

Ricardo León García
Departamento de Humanidades, UACJ

miércoles, 1 de octubre de 2008

Una opinión de espectáculos

Suzy-Q
Lic. en Historia, 5to Semestre
UACJ

Bien dicen que para poder entender una teoría es necesario ir a una praxis y observar (además de sentir y de imaginar) lo que ocurre en la vida cotidiana de las muchas personas que llegan a coincidir en espacios o no-lugares con nosotros. La experiencia de ir al contacto de diferentes realidades conviviendo entre si, nos pintan muchas formas para su interpretación.

Todos los días, todos los que habitamos el planeta, mejor dicho todos los que estamos bajo una mentalidad de occidente construida históricamente bajo procesos similares, nos enfrentamos a los muchos factores (visibles o invisibles) que están continuamente contrayéndonos como individuos, interactuando en sistemas económicos globalizantes de consumo y de trabajo, donde pareciera que cada vez estamos más aislados y dependientes de los medios. ¿Qué ocurre cuando abrimos nuestras percepciones a diferentes entornos, a ver un poco más allá de lo que se ve en una simple pantalla? Cuando se logra establecer la unión entre los conceptos aprendidos en la academia y la cotidianidad de la ciudad. O cuando se tiene la oportunidad de ser un poco más observador, por ejemplo con nuestros medios de comunicación, detectar ciertos escenarios que están presentes y que constantemente nos dan discursos que, tal vez sin percatarnos, están ahí ya institucionalizados, por lo tanto se convierten en factores muy difíciles de remover.

Lo anterior se expone debido a que tuvimos la oportunidad de asistir (como parte de un ejercicio de clase) a la transmisión de un programa en vivo en Ciudad Juárez para proyectarse a nivel nacional. Dentro del evento pudimos aplicar varios de los conceptos, que si bien algunos de ellos aún me resultan difíciles, nos dieron la orientación para tratar de enlazar todos los símbolos, lenguajes y discursos presentes en algo que resulta tan cotidiano como un programa de entretenimiento.

En los programas de televisión intervienen muchos escenarios que van dando una estructura y finalidad y sentido para el programa, en este caso la transmisión fue hecha (convocada) desde el Festival Internacional Chihuahua (FICH) que organiza el Gobierno del Estado, el lugar fue el Centro Cultural Paso del Norte, la estructura de Televisa (como medio de comunicación), la Seguridad Pública, Instituciones Escolares, Patrocinadores y por supuesto el Gobierno del Estado. Estos grandes escenarios no se encuentran tan separados en realidad, están entrelazados.

Tanto a las estructuras del lugar como al evento del FICH y el Gobierno del Estado detectando en ellos la política administrativa de poderío, para un grupo determinado de consumidores e inversiones para el “disfrute” de un evento “cultural” para la comunidad juarense. Aquí otro punto importante ¿qué se está entendiendo, en este caso por “cultura”? difícil de responder. Definiendo el Festival Internacional Chihuahua se trata de un evento que implica una agenda de partido político, ya que en administraciones anteriores no se había presentado un programa de tales características; la temática es mostrar “diferentes formas de la cultura”[1] tomando en cuenta el nivel estatal, nacional e internacional para mantener un “diálogo” entre las manifestaciones de la misma. Como parte de sus objetivos se señala que se busca “fortalecer los procesos de identidad que mantienen funcionalidad social en la región”[2]. Es por esto que dentro de la programación de cada año podemos ver invitados de todas partes del mundo, para “muchos gustos” y para “toda la sociedad”.
En realidad se marcan distinciones para los que habitamos en la ciudad, por ejemplo con el programa al que fuimos, que si bien se dirige a cierto tipo de personas (amas de casa, principalmente) tenía un acceso altamente restringido bajo un escenario de la Seguridad Pública, y por supuesto no se hizo una invitación a nivel general. Ya en contenido se mostraron varios elementos: un grupo de personas disfrazadas de revolucionarios, cantantes con sus sombreros y botas, el chisme y las telenovelas, actores y conductores, patrocinadores y nuevamente el gobierno del Estado ahora enviando un mensaje a la nación. Todo esto supone una simulación de cómo “debe ser” que por medio de los símbolos nacionales se pretende llegar a una realidad local, que es claramente armada y construida, por parte de todos los actores presentes. Tanto el público como el equipo que constituye al evento, se encuentran sujetos a determinadas formas de conducta pintorescas que reflejan alegría constante y euforia por encontrarse en la transmisión.

Los discursos presentes dan “valores” para la sociedad como lo es la gran familia mexicana, un cuidado del cuerpo erotizándolo y mostrando mujeres de características específicas que bien puede ser el estereotipo de mujer para muchos de los que observan desde sus casas. Niños, jóvenes y adultos, se encuentran bajo un “imán hipnotizante” (que debo confesar también provocó secuelas en mi) al contorsionarse por tomar la fotografía del conductor tal vez por saber que sale en televisión y al fin de cuentas “los que salen ahí son los únicos que existen” y existen en un imaginario social ya que en ellos se depositan muchas subjetividades y características que casi los santifican.

suzi.yantra@hotmail.com


[1] Gobierno del estado. Festival Internacional Chihuahua. En http://www.chihuahua.gob.mx/festival/ (pagina de internet, consultada del 29 de Septiembre 2008)
[2] Ídem.

Sujeto e intersubjetividades

Suzy-Q
Lic. en Historia, 5to Semestre
UACJ

Sujeto e intersubjetividades

El sujeto lo entiendo como un modelo a seguir, o un prototipo de persona que se representa para una sociedad o un grupo determinado, es decir, las formas en las que logra "ser" por medio de los códigos que "deben ser" pero siempre dado por el grupo de personas y el contexto social en que vive; posee la posibilidad de (re)inventarse y (re)pensarse siguiendo las diferentes ideas que sienta como reales.
Por lo tanto el sujeto social siempre existe, lo que cambia son las circunstancias a las que está sometido, a cada una de las formas de vida de las sociedades. Lo real es reinventado y determinado por las diferentes formas de vivencia de "la realidad", es decir cada sujeto interpreta y ejecuta los códigos e ideas insertadas en la sociedad dándole un sentido propio. ¿Cuál es la definición de conciencia que se maneja para determinar al sujeto? La conciencia se vincula a ser crítico, a autodefinirse, pensarse como un ente dentro de algo, pero todas aquellas personas que por alguna circunstancia no se la pasan filosofando sobre qué tipo de sujetos son ¿acaso quedan exentos de la definición? Qué decir de todos aquellos que se están quedando frente a las computadoras aprendiendo a correr con las flechas del teclado.
Por otro lado las intersubjetividades tienen un punto de unión, aquel que se da gracias a la posibilidad de que cada sujeto se reinvente y pueda externar sus lenguajes donde las metáforas más absurdas resultan con una carga simbólica variante (re)creada. Dentro de los muchos significados formados por miles de "Yos" que en un primer momento los internalizan (existencia individualizada) que posteriormente le da sentido al entorno social, en realidad estos procesos no están tan separados. La comunicación entre estos significados, o mejor dicho entre los sujetos se da gracias al intercambio en los entornos y la posibilidad de actuar dentro de ellos.

suzi.yantra@hotmail.com